Cap. 5 / Un poquito más sobre Melbourne





Si en algo se diferencia Melbourne del resto de ciudades australianas es en que, de hecho, puedes hacértela a tu medida. Siendo la segunda mayor ciudad de este país-continente, puedes llegar a familiarizarte con ella en pocas semanas siempre y cuando adaptes tu frenético ritmo europeo al no worries (sin problemas) australiano y seas capaz de ir haciendo las cosas poco a poco. La certeza de que todo va a salir tal y como tú te lo propongas empezará a instalarse al final del primer mes.
Con sus innumerables parques, lugares para practicar deporte y una vida cultural de lo más variada, se erige como el lugar ideal en Australia para aquellas personas que quieran vivir una experiencia plena y diversificar su rutina.

Festivales de cine y música, fiestas de todas las culturas, exposiciones artísticas, teatro, conciertos, bares de copas con música en directo, artistas de calle, discotecas con variedad de estilos musicales…un entorno de ocio y cultura que difícilmente se encuentra en el resto de ciudades australianas e incluso en muchas de Europa, lo más parecido a un escaparate de manifestaciones culturales; por no hablar del estilo de muchos aussies para disfrazarse cualquier día de la semana. Es una ciudad en constante movimiento pero capaz de equilibrar el bullicio del centro con la tranquilidad de los suburbios y los parques.



También tiene playas por la que pasear, pasar el día o donde ver pingüinos enanos cada tarde cuando se pone el sol.
Además, cuenta con una amplia muestra de nacionalidades por lo que el ser extranjero no supone recibir un trato distinto. Al contrario, no faltará quien te pregunte de dónde eres, cómo es tal cosa en tu país, qué haces, si te gusta Australia…en fin, que siempre eres bienvenid@. Melbourne fue fundada hace menos de 200 años y ha ido creciendo con las diversas oleadas de inmigrantes, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial.


El carácter despreocupado de los aussies es uno de los principales motivos por los que sentirse a gusto.
Y la cultura australiana, pues más que cultura es un estilo de vida y como tal, cambia según la ciudad en la que te encuentras. En Melbourne y resumiendo mucho, se dedican a hacer barbacoas, disfrazarse, hacer fiestas, practicar deporte, ver el footie (rugby propio de Victoria) y estar pendientes de las carreras de caballos que, en algunos casos, son motivo de Public Holiday (día festivo).


Quizá lo que más nos sorprenda sea el cambiante clima, las Four Seasons in One Day (cuatro estaciones en un día) que a veces llegan a traerte de cabeza.
Si estás pensando en hacer las maletas, no descartes ese paraguas de mano que cabe en cualquier sitio porque, sea verano o invierno, lo vas a necesitar. En los meses fríos el día suele empezar nublado y frío (importante traerse alguna chaqueta) y luego va despejándose o no, pero lo que no suele fallar es la lluvia y la bajada de temperaturas.
Trombas de cinco minutos o lluvia fina durante horas, el caso es que de buena mañana nunca sabes qué ponerte.


Aunque si queremos desconectar de tanto estímulo y disfrutar de naturaleza en estado puro lo mejor es alquilar un coche y recorrer la Great Ocean Road con su monumental The Twelve Apostles o surfear non-stop, visitar alguna de las bodegas en Yarra Valley y degustar vinos locales o pasear por el Healesville Sanctuary, una pequeña reserva de animales autóctonos donde ver desde apacibles canguros hasta las serpientes más venenosas del mundo. Así que ya sabes, si eres una persona con inquietudes culturales, que disfruta conociendo gente de otros lugares, que aprecia la naturaleza y que cuenta con un paraguas de mano, Melbourne la ciudad más cosmopolita de Australia, es tu ciudad.  

                                              
- Ver artículo publicado en AUssieYouToo -




Cap. 4 / Melbourne: todo exterior, para entrar a vivir.

Ya empieza a parecerme que llevo aquí una eternidad. Apenas un mes y medio desde que aterrizamos en esta, la otra punta del mundo. Con todo, puedo decir que la adaptación ha sido fácil, quizá demasiado, y que las expectativas se han ido cumpliendo.


Melbourne nos sonríe sin medias tintas, nos ofrece todo lo que esperábamos y simplemente nos recuerda de vez en cuando que todo requiere su tiempo. Con esto me refiero al visado. Nos ofrecen más horas de las que nos está permitido trabajar y, aunque las aceptaríamos sin ningún problema, atraídos por los 22$ por hora y por el hecho de que los trabajos no son duros, no podemos; así que lo aceptamos y nos dedicamos a nuestro rol de estudiantes.

La escuela ha resultado ser un punto de encuentro. Tenemos horarios distintos y nos estamos manejando muy bien con los respectivos cursos de inglés. La semana que viene empiezo en el IELTS que es el más difícil pero que me va a permitir ponerme un objetivo con relación al idioma ya que, estas 5 primeras semanas de curso he estado refrescando lo que ya sabía, engrasando las juntas a 10 años sin estudiar.

Los trabajos salieron dos semanas después de empezar el inglés. Esta semana cobramos por primera vez y, aunque aquí nos retienen mucho (un 30% que luego devolverán), el sueldo de 20 horas nos da para ir tirando e incluso para ahorrar un poco. Sólo se trata de no tener remilgos ni peros a la hora de aceptar cualquier trabajo. No nos engañemos, sólo conozco a un par de personas que ahora mismo no estén trabajando en hostelería o limpieza, y es porque ya llevan tiempo aquí. El resto, curramos por una Australia más limpia y mejor atendida (risas).

Y Melbourne, pues hasta donde alcanza la vista es una ciudad moderna, llena de vida y de cosas por hacer, con un clima cambiante, ajardinada por todas partes y con mil y un rincones que todavía no hemos descubierto…pero no seduce. Es un escenario idóneo para que quien venga de una zona rural o de una ciudad pequeña se quede con la boca abierta ante el espectáculo de luz y color pero, a mi modo de ver, le faltan como 2.000 años de encanto. No es Barcelona ni Madrid ni Londres, sino un sucedáneo. No tiene cultura sino estilo de vida. Se presenta como multicultural cuando en esencia le falta identidad propia. Vamos, que 150 años de historia no dan para mucho.

Por otra parte y como ya venía comentando en el post anterior, los precios son totalmente australianos, adecuados al nivel de salarios pero excesivos a fin de cuentas. Cenas muy normalitas por 50$ mínimo, ningún concierto baja de los 80$, los museos a 10-15$...se vende como la ciudad más europea de Australia y lo es, pero la cultura para nada es popular. Yo estoy vibrando porque el 13 de Noviembre trabajaré de camarero en el concierto de Coldplay  las entradas estaban a 150$. La misma semana toca Radiohead pero ya no quedan entradas ni necesitan camareros.

La versión salsa de Clocks...un gustazo!

Tampoco quiero desanimar a nadie, si queréis hacer una comparativa de ciudades australianas os dejo el blog de mi amigo Fer  que vive en Brisbane.

Por lo demás, y viendo como están las cosas por Spain, recomendamos totalmente venir a probar a Australia con un visado de estudiante. Mejorar el inglés y trabajar de cualquier cosa por mucho más de lo que pagan en cualquier lugar de Europa. Ver que es posible si un@ lo desea y sentir, como nosotros, que vale la pena a pesar de las distancias. ¿Distancias? Nada que un día de avión no pueda solucionar. Ahora está todo tan cerca que ni siquiera el fin del mundo queda tan lejos.

Por último comentaros que desde hace unas semanas, aunque todavía no he ejercido, soy colaborador de AussieYouToo  un servicio de apoyo a aquellas personas que quieran probar esta experiencia de modo que, si la intención es firme, os puedo ayudar en todos vuestros pasos, aquí os espero.

De momento nos quedaremos hasta Febrero y muy posiblemente ampliemos el visado un tiempito más, mientras nos valga la pena seguir en Australia.

¡Saludos!

Cap. 3 / Las montañas rusas de Australia



Ya tenemos trabajo. Y casa. Y estudiamos inglés. Podemos decir que estamos instalados. Ha sido rápido e indoloro, una explosión en cadena y mucho ruido hasta llegar a tener las cosas en su sitio.

Estamos muy contentos. Buscar trabajo ha supuesto aceptar una serie de premisas con las que no contaba desde hacía tiempo y es que, aquí en las Antípodas, no importa demasiado quien seas ni qué hayas estudiado si sabes venderte bien y en inglés. El resto viene dado, casi.

Lo que me faltaba, experiencia en  sectores lejanos a mi carrera, lo he suplido poniéndole un poquito de empeño y porqué no, algo de cara. De muchos bares y tiendas y páginas web cuelgan carteles y ofertas y avisos y de todo. La gente fluye y el trabajo también. Es cuestión de insistir durante unos días, dominar la paciencia y esperar. Lo leo y casi llego a creérmelo. Quienes me conocen sabrán de sobras que me he puesto de los nervios esperando a que me respondieran de algún trabajo. Ni más ni menos; es más, muchas mañanas, no voy a negarlo, me he preguntado frente al espejo qué c*** estaba haciendo yo en Australia. Sigo sin tener la respuesta clara del todo, quizá durante esta experiencia llegue a encontrarla.

Aunque he mandado varios CVs para trabajar de educador soy muy consciente de que esperar encontrar trabajo “de lo mío” no teniendo un nivel Avanzado (lo pongo en mayúsculas) de Inglés es, de momento, perder el tiempo. Además, en Australia tienen tal debilidad por los títulos que me da dolor de cabeza el pensar en empezar a gastar dinero y tiempo en sacarme:
-          Carnet de aptitud para trabajar con niños - $80
-          Curso de primeros auxilios - $110
-          Curso de intervención en crisis de Asma - $50
-          Curso para intervenir en caso de choque anafiláctico - $50
-          Hoja de antecedentes penales

Pienso sacármelos más adelante, cuando domine mejor el inglés y haya acabado el curso. De momento el próximo martes hago el curso de RSA (Responsable en el Servicio de Alcohol, $50); imprescindible para trabajar en hostelería. Resulta que en Australia la responsabilidad de los incidentes que pueda causar alguien que ha estado bebiendo en un recinto se reparten entre la persona que le ha estado sirviendo y el propio bebedor, o sea, que no hay que servirle al que ha bebido de más.
Pues para eso y cuatro cosillas más hace falta un curso. Lo haces en un día y te dan un título o un carnet, ahora no sé.

Aquí puedes trabajar de 3 formas: en negro, con TAX FILE o con Australian Business Number (ABN). Con TAX y ABN cotizas igual pero te lo aplican distinto. En cualquier caso, quien venga debe saber que necesita tramitar ambos números para poder empezar a trabajar. Son trámites gratuitos y se hacen por internet.

Así que hemos estado buscando trabajo en los sectores con más movimiento: hostelería, comercios y limpieza. Bia lo consiguió al segundo día, tal y como suena. Empezó en un restaurante italiano. Fue recomendada por un compañero de clase, Stefano. Bia habla menos inglés que yo pero le ha puesto tanto empeño que en pocos días ya se ha acostumbrado a trabajar y a vivir en inglés. No obstante, esta semana cerrará un contrato en una empresa de limpieza donde a) le pagarán mejor que en el restaurante y b) no tendrá que trabajar los fines de semana. El domingo se despide del restaurante y el lunes, en principio, empieza el nuevo trabajo.

Yo empecé a trabajar unas horas en un restaurante mejicano gracias a José, el coordinador de la escuela de inglés. Fui tres días y no me llamaron más. Estos días he seguido en la búsqueda y hoy ¡PAM! contrato al canto. Empiezo a trabajar el lunes, también en una empresa de limpieza y mucho mejor pagado que en el restaurante.

Aunque lo mejor de esta etapa ha sido la sensación de volver al cole o mejor dicho, de parar un momento para aprender algo nuevo. ¡Qué gusto! Nada que ver con cuando estaba en Barcelona estudiando Antropología (¿te acuerdas Bego?) y salía a toda prisa de clase para llegar al trabajo. Así es una gozada.

En cuanto nos acostumbremos a la nueva rutina os explico cómo es vivir en Melbourne. De momento sigo pegado al espejismo del recién llegado, al que todo le parece perfecto lo mire por donde lo mire.

Cap. 2 / Australiano para principiantes - Guía práctica


Primera semana en Melbourne, ¡superada! Estamos contentos, sanos y activos. Con los pies y la cabeza aquí y a punto para empezar a adaptarnos. Si bien en esta primera toma de contacto nos ha costado bajarnos del jetlag, una vez habituados hemos experimentado los primeros choques. Todos en positivo y enriquecedores, pero fuertes. Al fin y al cabo estamos en la otra punta del mundo, ¿no? Aquí van los primeros topicazos.

Do you like Australia so far?
Y me quedé mirándolo con cara de tonto. Resulta que el inglés, además de una forma interesante de conocer gente y reírte con los misunderstandings (mal entendidos), puede ser una piedra en el camino, sobre todo si tienes que ganarte la vida. Así que, si alguien se anima a venir, mejor saber un poquito primero porque antes de trabajar vas a tener que coger aviones, hablar con inmigración, alquilar una habitación, llamar por teléfono…

Como in Spain la educación pública es tan chusquera pues resulta que el nivel de inglés con el que sales al mundo es algo así como de risa: “Jaguar you?” “Guats yur neim?” “Guay emsiei?” y otras perlas por el estilo no faltan en el glosario “inglish” de Spain. Desde aquí un abrazo fraterno a las maestras movilizadas, ¡basta de recortes! Prou retallades!



Así que hoy hemos hecho el test de nivel en la escuela y el lunes empezamos el curso.
Aunque de todas, mi escena preferida es cuando hablas con alguien que sí sabe inglés y de pronto empiezas a notar que te mira como extrañado. No es que tengas algo en la cara, es que no te entiende!!!



BBQ (o barbecue) 
Es el ritual iniciático más importante de Australia, koories (aborígenes) a parte. Pues para allá que nos fuimos, con nuestros amigos brasileños, una pareja inglesa y una aussie (australiana). Divertido: carne roja, cerveza, música y el domingo por delante en una casita con jardín y patio trasero, mu bonico tó.




Tener tu espacio
Básico. Si no conoces a nadie, los hostels salen a $30 la noche. Puedes apalabrar un precio más barato si te vas a quedar más de un mes pero allá cada uno con eso de compartir la habitación con 6 u 8 personas más. Por suerte contamos con Ju e Ivalcir estos primeros días, un lujazo! Obrigado amigos!

Te queda sumergirte en el maravilloso mundo del pay per week (paga por semana). Avisamos de que el shock puede ser fuerte: en Melbourne, una habitación individual (las hay que se comparten) cuesta nada menos que $130-150 por semana, con gastos. ¡Unos $600 por mes! Por una habitación!!!

Por una doble en un piso compartido pagaremos $250-300 por semana. En nuestro caso pagaremos un pelín más para vivir sólo con una persona más. Hemos elegido huir del centro porque allí pagas lo mismo por una habitación menor en un piso compartido con 3-5 pers., la mayoría estudiantes de todo el mundo con ganas de fiesta, así que nos vamos a un ‘suburb’ a vivir con un aussie y así no parar con el dichoso inglés.





De qué vas a vivir, ¿amig@?
Aprovechamos la visa de estudiante para trabajar. El golpe del alquiler se amortiza con los sueldos. Aquí se gana bien, la verdad. Y se paga también por semana o cada 15 días. Mínimo $10-15 la hora, hay un montón de trabajos no cualificados para estudiantes. Si trabajas de noche o durante el weekend la cosa aumenta, hasta los $30 la hora por lo que si sacamos cuentas te juntas con unos 500-600 por semana, unos $2000 al mes por trabajar 4 horas de camarero, está bien, ¿no? Easy money, man!

El tema es encontrarlo. A más nivel de inglés, trabajo mejor pagado. Recomendamos, si tienes titulación pero poco inglés, buscar trabajos no cualificados y así ir cogiendo idioma. El motivo es que con los horarios del curso es muy difícil que te contraten media jornada y si tu inglés no es high level, pues tampoco te van a contratar así que, curra de lo que sea mientras estudias y ya luego intentas encontrar algo mejor, ¡no nos pongamos señoritos ahora! Emigrar, en el diccionario de la clase media, supone bajar el nivel de vida, regla nº1. Maestro Rubianes, ¡cuando quieras nene!


El trabajo dignifica (fragmento de Rubianes Solamente), no podía faltar.


Aún no trabajamos. No estamos instalados todavía, así que el laburo lo dejamos para entonces y cuando el curso haya empezado, no stress, please!

Buscar desde España es tontería, aquí todo va muy rápido y eso de ‘la semana que viene llego’ no funciona, ya probamos. Lo mismo con el tema piso, no te responderán si no estás ya en el país, las habitaciones vuelan en pocos días.

Tres tristes trámites
Para ser un auténtico estudiante en Melbourne necesitas un kit básico de supervivencia, que incluye:

1) Carnet de estudiante: te lo harán en la escuela de inglés. Útil para conseguir descuentos y no tener que andar con el pasaporte todo el día.

2) Cuenta bancaria: necesaria si vas a trabajar o si te van a mandar dinero desde casa (hay gente para todo). Que te roben es difícil pero nunca se sabe, así que por un tema práctico, muévete con dinero de plástico.

3) Teléfono móvil: prepago, barato. Imprescindible para buscar casa, trabajo y para casi todo. 

4) TAX FILE NUMBER: también te lo harán en la escuela. Una especie de número de la seguridad social. Necesario para trabajar y otras cosas.

5) OSHC Card: seguro médico para el estudiante. Lo pagas desde España pero tramitas la tarjeta en la escuela. Cuando vayas al médico pagarás la visita pero te reembolsarán el 80%, espero no tener que utilizarla, claro. 

6) Myki Card: transporte, para el tren, el tram y el bus. El transporte también es muy caro, unos $3 el viaje. Con el primer sueldo me compro una bici, I love bikes!

7) Habitación (ver más arriba) 

8) Trabajo ‘de cualquier cosa’ (ver más arriba)

Y nada, seguimos camino, getting into Aussie (adaptándonos a Australia). Si tardamos en dar noticias es que estamos viviéndolo todo intensamente. El apartado de comentarios queda abierto por si hay cosas puntuales que podamos resolver o queráis preguntar, ¡queda dicho! 


Cap. 1 / BCN – Singapore – Melbourne (ida)


Tránsito
Sorprende lo rápido que ha pasado el viaje de ida. Uno ve donde queda Australia y piensa que llegar ahí debe ser toda una odisea. En nuestro caso nos ha parecido un paseo, en serio. Recomendamos (sin cobrar por ello) que quien venga desde Barcelona lo haga con Singapore Airlines por lo bien que te atienden y porque sólo implica hacer un transfer en Singapur.
Después de 14 horas de vuelo, con 4 comidas y varias pelis, llegamos a Singapur. El aeropuerto es un ‘belo lugar’ con todo para que el viajero que tiene varias horas por delante pueda descansar y divertirse. Sillas de masaje, Free Tours, cine, hotel por horas, gimnasio, piscina, sala de juegos… Elegimos el tour por eso de salir a tomar el aire, todo bien organizado y gratis, así que conocimos Singapur desde el bus. De vuelta al aeropuerto, masaje en silla vibratoria y documental.




El siguiente vuelo fue de 8h. Tocó rellenar la tarjeta amarilla donde especificas si tienes o no algo a declarar, los motivos del viaje, tus datos, etc.
Llegamos a Melbourne a las 6 de la mañana del jueves 20 de Septiembre. En España todavía era de noche por lo que, a fin de cuentas, estuvimos un día y unas pocas horas, pan comido si tenemos en cuenta que ir en coche de Barcelona a Algeciras son 12 horas. El tiempo es relativo. Me parece que todo estás más cerca y eso me reconforta.



Inmigración
Sin problemas si lo llevas todo en regla y ‘nada que declarar’ en la maleta. Ahora respiro tranquilo pero admito que durante los dos últimos meses, mientras desayunaba con los compañeros del trabajo y en la TV ponían el programa sobre las aduanas australianas, me daba vértigo el pensar en tener algún problema con inmigración. En vez de eso, miraron nuestros pasaportes, introdujeron el nombre en la base de datos y nos dieron el ok que nos daba la entrada a Australia.


Llegada
En el aeropuerto nos esperaba Juliana, nuestro primer ángel en este viaje. Cabe hacer un inciso para explicar quién es Juliana. Con nosotros viaja también un amigo de Bia que llega el próximo martes; el marido de Juliana y este amigo de Bia se conocieron en Brasil. Ambos viven en Australia hace unos 3 años, that’s it! Juliana nos llevó a Kingsville un suburbio (barrio) donde vive con su marido, Ivalcir. Nos quedaremos los primeros días hasta que encontremos un apartamento.



La estructura de los suburbios recuerda a los que vemos en las películas americanas: calles anchas con casitas a cada lado donde casi no hay tiendas. Lo bueno de los suburbios en Melbourne es que hay un tram y un tren de cercanías que conecta con la ciudad, por lo que no necesitas coche. Otra ventaja es que el precio de los alquileres es más barato por lo que, a no ser que encontremos algún chollo en el centro, nos instalaremos en algún suburbio a 20 minutos de la ciudad.



Melbourne centro (primeras impresiones)
Rápido, en constante movimiento, con una amalgama de nacionalidades inmensa y una organización arquitectónica que recuerda un poco a Londres. Urbanísticamente es interesante pues todo es bastante nuevo. Fue fundada en 1835 por lo que nada tiene más de 150 años. Un centro financiero lleno de rascacielos en una estructura cuadriculada que se extiende por toda la ciudad. Hay grandes avenidas, parques y el río Yarra, que serpentea dividiendo Melbourne en dos mitades.




Trámites
Ayer fuimos a resolver algunos temas. Ya tenemos móvil, cuenta bancaria, Tax File Number (registro necesario para trabajar) y tarjeta de transporte. Hemos confirmado nuestra matrícula en la escuela y el próximo viernes haremos el examen de nivel para empezar el 1 de Octubre.

Esta tarde hemos estado en el centro tomando algo con unos amigos ingleses de Ivalcir y su compañera de piso, australiana. Hemos compartido impresiones sobre Melbourne. Como primera ‘inmersión’ en el lifestyle de Melbourne ha estado muy bien.


Mañana tenemos la primera bbq (barbecue) en su casa, un rito iniciático para empezar a integrarnos. Por lo que sabemos, los australianos celebran bbq’s constantemente.
Por el momento la sensación es muy buena, responde al síndrome del recién llegado. Todo es emocionante, conoces gente, te trabas con el inglés, lo observas todo para luego compararlo con lo que has vivido antes, sitios nuevos… inevitable.

Así es, cerramos el capítulo de los preparativos, las despedidas y los vuelos para empezar a dar los pasos que nos lleven a exprimir al máximo nuestras experiencias en Australia que, viendo las dimensiones y la energía con la que hemos llegado, parece que van a ser muchas. ¡Seguimos informando!


Emigrar en tres actos


Más que en la cuenta atrás estamos en el tiempo de descuento. A falta de menos de una semana para facturar nuestros sueños y emprender viaje, repaso las etapas por las que he pasado en estos últimos meses y que me han tenido un poco confundido. Como siempre, otras opiniones y experiencias son bienvenidas, el blog es abierto.

Acto 1: el peso

Al principio me cargaba de miedos y peros. La distancia, la familia, los 80 años de mi abuela, mis padres, mi hermana, las amistades con quien sigo creciendo a diario, los compañeros de trabajo…me parecía un mundo alejarme de todos ellos y perderme el día a día y tantas cosas buenas que me dan.
Tenía miedo, mi cabeza se llenaba de ideas negativas y sentía un peso que en muchas ocasiones me hizo pensar en desistir, en decidir que era mejor quedarme, renunciar a este proyecto.

Es curioso como las convenciones sociales nos van encaminando y como elegimos en base a un puñadito de opciones. El caso es que no siempre son las que uno desea y si además no existe más responsabilidad que la de cuidar de uno mismo, esas opciones parecen todavía más escasas. Me descubrí haciéndome un auto-boicot para así no afrontar la dificultad de hacer este viaje.

Nunca me atrajo la seguridad de un trabajo bien pagado y relativamente seguro, ni acercarme (vertiginosamente) a los 30 con total tranquilidad, ni buscar objetivos fáciles.

Empecé en la universidad y a trabajar a los 17, en lugares seguros donde me formé profesionalmente en el arte de educar, con grandes maestras y maestros que han orientado mis pasos hasta el día de hoy. Estuve 6 años trabajando en centros de menores y otros 6 en prisiones siempre haciendo intervención directa, con todo lo bueno y lo no tan bueno que eso comporta a nivel personal. Ahora quiero algo distinto.

Pienso en el deseo de llevar a cabo mis planes, en trazar mi camino y seguir adelante. De ponerme a pensar en todo aquello de lo que me distancio acabaría por no intentarlo nunca, preguntándome como habría sido, pues siempre hay un motivo para quedarse.

Los míos vienen conmigo y a pesar de la distancia, son felices de ver como cumplo mis sueños. Eso me ayuda a dejar atrás los miedos y a seguir camino. Gracias por dejarme ser.



Acto 2: la levedad

Irse, cerrar, mudarse, emigrar o como se le quiera llamar implica desprenderse de una cantidad enorme de cosas que se nos han ido pegando casi por inercia. Al principio cada paso me parecía gigante y ahora el dejar cosas materiales se ha convertido casi en un divertimento.
Para eso está bien hacerse una lista mental de lo que realmente necesitamos, para viajar me refiero. Ropa, documentos y dinero. El ordenador y cuatro chucherías más que siempre apetece cargar…y nada más. Me dije: -¡Todo lo demás está de más! Y ahí empecé realmente a poner en marcha el proyecto.

Cambios reales. Los últimos meses los pasamos en la casa familiar como forma de compartir gastos entre varias personas. Por otra parte la experiencia de volver a casa de mamá por unos meses fue muy buena, desde aquí un saludo (Hola mamá, ¡escribo en un blog!)
Así cancelamos varios gastos de golpe: alquiler + internet + agua + luz + gas. Surgió la posibilidad de cambiar de trabajo. Gastaba 200€ al mes en gasolina + 200€ al mes en comer fuera, además de tiempo. Estos últimos meses he comido en casa cada día y he ido al trabajo en transporte público, ¡ole ole y ole!
Finalmente, gastos y contratos añadidos: tarjetas, cuentas, servicios…
No sabéis lo bien que se siente uno al ir tan ligero. Ese acto termina hoy, a 4 días de des-pegar. ¡Renovación!


NOTA: 10 puntos a quienes hayan reconocido que los títulos (el peso y la levedad) son en referencia a “La insoportable levedad del ser” de Milan Kundera, este fantástico escritor de mirada enigmática. 

Acto 3: la incertidumbre 

Mañana nos vamos. Admito que a falta de un día estoy hecho un lío, nervios a parte. 
Ahora mismo no me creo ninguno de los argumentos que he ido recitando hasta convencer y convencerme (risas). No obstante, allá voy.

Y una parte de mi se queda con quienes echaré y me echarán de menos.

Consciente de que esto lo he buscado yo, de que aquí tengo una vida completa, con mi familia, un buen trabajo y motivos por los que salir a la calle. 

Este viaje me llega cuando la vida está en plena efervescencia: la ciudadanía llenando las calles, queriendo mejorar lo que otros echaron a perder. La metáfora de ‘el pueblo unido’ se ha hecho carne este último año, estar es responsabilidad de todas y sin embargo yo me marcho. Consignas que expresan ideas que mueven a la gente a exigir lo que es suyo. 

Me tranquiliza saber que el proyecto ‘Australia’ será un poco lo que yo quiera. Puede durar 4 meses o 4 años, vivirlo intensamente o estar de pasada. Esta idea me ayuda a quitarle hierro al hecho de irme tan lejos. Aprender inglés, conocer gente y lugares, replantearme un par de cosas…y el resto ya se verá.

Las despedidas le dejan a uno con ganas de volver sin siquiera haberse marchado. Ahora veo la parte buena y es que te recuerdan de dónde eres y quién te quiere. Son como un toque de atención: ‘márchate, pero no olvides que aquí estamos’, el recuerdo de varios instantes grabados a fuego en la memoria.

Festivas, emotivas, tristes o inexistentes, pues aunque hay personas de las que no te despides, también son recordadas. Besos y abrazos y suerte y cuídate.

Seguimos camino, estamos en contacto.




Hacer las maletas sin pillarse los dedos

A falta de 20 escasos días para empezar el viaje nos asaltan las dudas sobre qué meter en la maleta y es que, y en eso todos nuestros contactos coinciden, las aduanas australianas son muy estrictas. Además de las prohibiciones generales, que desde el 11-S se convirtieron en la pesadilla de cualquier pasajero/a, Australia contempla un buen número de prohibiciones específicas relativas a alimentos y objetos de tipo vegetal y animal. El motivo es que deben preservar al máximo las especies autóctonas de forma que, cuando hagamos las maletas intentaremos llevar lo justo y necesario para no empezar con mal pié.

Ten en cuenta que incluso objetos de madera o piel, tales como instrumentos musicales, adornos, bisutería, etc. serán puestos en cuarentena sólo llegar al aeropuerto, lo que te supondrá un gasto añadido si quieres recuperarlos después. Otros artículos no declarados y prohibidos pueden significar multas importantes dependiendo del tipo de artículo así que, desde Cuaderno Australiano, te recomendamos que revises bien tu equipaje y declares todo lo que llevas en el cuestionario que te harán rellenar en el avión. De hecho, ese cuestionario (que sólo viene en inglés) será el documento al que las autoridades haran referencia si encuentran algo prohibido y no declarado. Puedes verlo directamente en la página del gobierno australiano (en inglés), aunque quizá prefieras consultar este enlace, donde se detallan los objetos prohibidos.


El paso por inmigración

Tú y tu visado mantenéis ya una relación idílica, pues con lo que te ha costado conseguirlo, no es extraño que no te separes de él, así que revisa sus características al detalle. De existir algún tipo de sospecha acerca del motivo de tu visita, las autoridades se tomarán todo el tiempo necesario para determinar si puedes o no entrar a Australia. Los principales motivos que tratarán de averiguar tienen que ver con:

·        el tipo de visado
·        la actividad que pretendes llevar a cabo
·        el tiempo que vas a pasar

Dependiendo de si lo tienes todo en regla o no, puedes verte en un avión de vuelta al poco de haber llegado así que te recomendamos que revises todos tus documentos y des respuestas claras sobre lo que te pregunten. No olvides que cada visado te da unos derechos que no puedes exceder.
Si no hablas inglés, puedes pedir un intérprete.
Por ejemplo, si tienes visado de turista de 3 meses y muy poco dinero, pueden pensar que pretendes trabajar de forma ilegal.

Publicitar el control

Como curiosidad, comentar que existen dos programas de TV sobre las aduanas australianas. En cada capítulo enseñan varios casos reales y como se abordan: interrogatorios, pruebas de drogas, discusiones, encarcelamientos, lloros....de todo. En mi opinión programas así persiguen dos objetivos: disuadir y advertir. Disuadir a posibles delincuentes y advertir a pasajeros felicianos que no hayan revisado las prohibiciones. También hay una parte de exhibicionismo de los cuerpos de seguridad al más puro estilo americano y el morbo, que no falte.


Irse a Australia está muy bien

Si estás pensando en ir a Australia te confirmamos tres cosas que ya suponías, a saber: a) cuesta una pasta  b) está en la otra punta del mundo y c) hay que resolver bastante papeleo antes de ir. A ver, no es por desanimar, pero que no es como el que se va a Londres y acaba en Escocia; a Australia vas a propósito.

Por eso, si no tienes ahorros te sugerimos que mientras vas juntado, tengas en cuenta algunas cosas. Este post va de eso, de los primeros pasos que hemos tenido que hacer hasta conseguir el visado de estudiante.

Paso 1: infórmate bien


Como Australia no tiene consulados en España, te recomendamos que busques una agencia. Incluso si vives a dos calles de la embajada en Madrid, piensa que los formularios son en inglés y quizá necesites ayuda.
Nosotros nos encontramos de casualidad con Information Planet (IP) y ya no buscamos más por eso de que si algo te funciona, ¿para qué vas a cambiarlo? En Barcelona nos atendió Blanca que nos ayudó de la A a la Z desde el primer momento, ¡desde aquí un saludo!

Paso 2: ¿sabes a lo que vas?

Aunque puedes tener mil motivos para querer irte a Australia, te van a pedir que concretes y te decidas por uno. Si tu idea es pasar una temporada viajando lo mejor es que te plantees pedir un visado de turista normal y corriente. Vale por 3 meses pero no te permite trabajar. Si luego quisieras quedarte más tiempo, siempre podrías tramitar un visado de estudiante desde allí. La opción más viable si quieres trabajar es tramitar este tipo de visado ya que para el visado de trabajo necesitas de un sponsor, una empresa australiana que quiera contratarte antes de llegar allí, lo que sólo es posible si, para empezar, tienes un nivel de inglés altísimo, que no es el caso.

Paso 3: el visado de estudiante

Para conseguirlo necesitarás algo de dinero, paciencia y tener entre 18 y 45 años. El gobierno australiano pide bastantes requisitos antes de darlo por lo que tienes que revisar también otras cosas, en si quieren saber que te puedes mantener en el caso de no encontrar trabajo y que realmente vas a estudiar.
Cosas básicas del visado:
  • Te obliga a contratar un curso de mínimo 16 horas/semana hasta un máximo de 52 semanas
  • Te permite trabajar 20 horas/semana.
  • Es de múltiple salida, por lo que sólo tendrás que sacar el billete de ida a Australia.
  • Requiere de un seguro médico.
Lo de la paciencia lo remarcamos porque a cada paso que das, debes presentar documentos y esperar a que los revisen, pero cuenta que con 3 meses lo puedes tramitar todo.


Paso 4: ¿dónde te quieres ir?


A nosotros no nos importó demasiado, nos recomendaron Brisbane y al final nos decidimos por Melbourne.