Cap. 3 / Las montañas rusas de Australia



Ya tenemos trabajo. Y casa. Y estudiamos inglés. Podemos decir que estamos instalados. Ha sido rápido e indoloro, una explosión en cadena y mucho ruido hasta llegar a tener las cosas en su sitio.

Estamos muy contentos. Buscar trabajo ha supuesto aceptar una serie de premisas con las que no contaba desde hacía tiempo y es que, aquí en las Antípodas, no importa demasiado quien seas ni qué hayas estudiado si sabes venderte bien y en inglés. El resto viene dado, casi.

Lo que me faltaba, experiencia en  sectores lejanos a mi carrera, lo he suplido poniéndole un poquito de empeño y porqué no, algo de cara. De muchos bares y tiendas y páginas web cuelgan carteles y ofertas y avisos y de todo. La gente fluye y el trabajo también. Es cuestión de insistir durante unos días, dominar la paciencia y esperar. Lo leo y casi llego a creérmelo. Quienes me conocen sabrán de sobras que me he puesto de los nervios esperando a que me respondieran de algún trabajo. Ni más ni menos; es más, muchas mañanas, no voy a negarlo, me he preguntado frente al espejo qué c*** estaba haciendo yo en Australia. Sigo sin tener la respuesta clara del todo, quizá durante esta experiencia llegue a encontrarla.

Aunque he mandado varios CVs para trabajar de educador soy muy consciente de que esperar encontrar trabajo “de lo mío” no teniendo un nivel Avanzado (lo pongo en mayúsculas) de Inglés es, de momento, perder el tiempo. Además, en Australia tienen tal debilidad por los títulos que me da dolor de cabeza el pensar en empezar a gastar dinero y tiempo en sacarme:
-          Carnet de aptitud para trabajar con niños - $80
-          Curso de primeros auxilios - $110
-          Curso de intervención en crisis de Asma - $50
-          Curso para intervenir en caso de choque anafiláctico - $50
-          Hoja de antecedentes penales

Pienso sacármelos más adelante, cuando domine mejor el inglés y haya acabado el curso. De momento el próximo martes hago el curso de RSA (Responsable en el Servicio de Alcohol, $50); imprescindible para trabajar en hostelería. Resulta que en Australia la responsabilidad de los incidentes que pueda causar alguien que ha estado bebiendo en un recinto se reparten entre la persona que le ha estado sirviendo y el propio bebedor, o sea, que no hay que servirle al que ha bebido de más.
Pues para eso y cuatro cosillas más hace falta un curso. Lo haces en un día y te dan un título o un carnet, ahora no sé.

Aquí puedes trabajar de 3 formas: en negro, con TAX FILE o con Australian Business Number (ABN). Con TAX y ABN cotizas igual pero te lo aplican distinto. En cualquier caso, quien venga debe saber que necesita tramitar ambos números para poder empezar a trabajar. Son trámites gratuitos y se hacen por internet.

Así que hemos estado buscando trabajo en los sectores con más movimiento: hostelería, comercios y limpieza. Bia lo consiguió al segundo día, tal y como suena. Empezó en un restaurante italiano. Fue recomendada por un compañero de clase, Stefano. Bia habla menos inglés que yo pero le ha puesto tanto empeño que en pocos días ya se ha acostumbrado a trabajar y a vivir en inglés. No obstante, esta semana cerrará un contrato en una empresa de limpieza donde a) le pagarán mejor que en el restaurante y b) no tendrá que trabajar los fines de semana. El domingo se despide del restaurante y el lunes, en principio, empieza el nuevo trabajo.

Yo empecé a trabajar unas horas en un restaurante mejicano gracias a José, el coordinador de la escuela de inglés. Fui tres días y no me llamaron más. Estos días he seguido en la búsqueda y hoy ¡PAM! contrato al canto. Empiezo a trabajar el lunes, también en una empresa de limpieza y mucho mejor pagado que en el restaurante.

Aunque lo mejor de esta etapa ha sido la sensación de volver al cole o mejor dicho, de parar un momento para aprender algo nuevo. ¡Qué gusto! Nada que ver con cuando estaba en Barcelona estudiando Antropología (¿te acuerdas Bego?) y salía a toda prisa de clase para llegar al trabajo. Así es una gozada.

En cuanto nos acostumbremos a la nueva rutina os explico cómo es vivir en Melbourne. De momento sigo pegado al espejismo del recién llegado, al que todo le parece perfecto lo mire por donde lo mire.