Cap.7 / Rodando por la City


Uno de los gastos a tener en cuenta cuando un@ se instala en Melbourne es el del transporte público. Acostumbrado a moverme en metro o bus por Barcelona, con el ajetreo de los primeros meses aquí no me plantee otra cosa, de forma que desde el primer momento me hice con una MykiCard y resolví el problema de las distancias entre los suburbios y la city.

Aquí el transporte público lo gestiona una empresa privada que cobra nada más y nada menos que $3.5 (2.75€) por un billete individual y $35 (27.5€) por la tarifa semanal. La mensual se queda en $129 (101€). El servicio está bien aunque los tiempos de espera son larguísimos y el tránsito impide que los tranvías circulen más rápido. Total, que un@ pierde tiempo y gasta mucho dinero.

Viendo el panorama, empecé a pensar en comprar una bici. Es una alternativa barata, limpia y rápida. Además haces ejercicio. De la tienda no salían por menos de $200 así que empecé a buscar de segunda mano, también sin demasiado éxito.

Melbourne tiene una cultura del uso de la bicicleta muy fuerte. Hay bike paths (carril-bici) por toda la ciudad e incluso entre los parques, de forma que según donde vayas puedes cortar camino para evitar el tránsito.
Finalmente, mi profesor de inglés me comentó acerca de un proyecto de reciclaje de bicis en el que puedes construir tu propia bici con piezas de otras que la gente va donando. Además te enseñan a hacerlo y te prestan todas las herramientas. Cuando terminas te tasan la bici y sueles pagar entre $30 y $50. Siempre que necesites arreglarla solo tienes que acercarte y hacerlo tú mism@. Suena genial, ¿eh?

Pues así lo hice. Tardé tres días en convertir un cuadro con pedales en un medio de transporte. Lo mejor, todo el proceso. Primero, es ocio gratis. Segundo, aprendes un montón. Tercero, el resultado. Además engancha, ya tengo otra en camino.

Desde calibrar las ruedas hasta arreglar frenos, sillines, manillares y cadenas, llenarte de grasa y maldecir cuando la pieza no encaja, para al final sonreír satisfecho por haberlo conseguido.

El resultado es una bici de una sola velocidad con el cuadro de carreras y el manillar ‘tuneado’, mi joyita particular. ¿Precio? $40 (31€). ¡Ya no me muevo de otra forma! En realidad llego más rápido ya que no camino hasta la parada ni espero el tranvía, aparco más cerca del lugar al que voy y no hago paradas.